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Actualizado: 18 ago 2021

Arturo Castro Rocha, Sylvia Patricia Fernández Pavía, Pedro Osuna Ávila



En México, al igual que en el resto del mundo, la marchitez del chile producida por P. capsici es un problema grave para los productores de esta hortaliza. Se ha reportado su presencia en el norte-centro del país en los estados de Zacatecas, Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro, Morelos y Estado de México, al sur del estado de Chihuahua donde mostró una gran severidad contra el chile tipo jalapeño y al sur del país en el

estado de Oaxaca incidiendo sobre cultivos de “chile de agua” y en el estado de Guerrero. Se ha reportado que el grado de patogenicidad de los aislados de P. capsici no sigue un patrón definido de distribución y que aislados con diferentes grados de patogenicidad conviven en el mismo espacio.


Conociendo al enemigo: ¿Qué son los Oomycetes?

Los Oomycetes son un grupo diverso de organismos eucariotas con una amplia

distribución. Colonizan montañas, desiertos, ambientes acuáticos y hasta la Antártica.

Sin embargo, se conoce poco sobre ellos. Este grupo de organismos miceliales

pertenecen al reino Stramenopila, que representan una línea evolutiva única y distante

de los hongos verdaderos. El carácter unificador del Reino Stramenopila es el flagelo

anterior de tipo oropel, el cual porta dos filas de vellosidades tubulares tripartitas y que

está presente en el aparato flagelar heteroconto de las zoosporas.

Una característica común de todos los Oomycetes es su habilidad para absorber

nutrientes directamente (osmótrofos), motivo por el cual se agrupaban con los hongos

verdaderos, con los cuales comparten varias características tales como el desarrollo de

hifas y la dispersión por medio de esporas mitóticamente formadas.

Sin embargo, además de dispersarse por medio de zoosporas y de producir oosporas

sexuales con paredes celulares gruesas, poseen otras características tales como

celulosa (â-1.4-glucano) en sus paredes celulares, diploidía vegetativa, flagelos

heterocontos, crestas mitocondriales tubulares y, en el caso de las especies del género

Phytophthora, la falta de epoxidación del escualeno para la síntesis de esteroles, que

los distinguen de los hongos verdaderos.

Filogenéticamente, están relacionados a las algas heterocontas tales como las crisofitas

y las diatomeas. Varios grupos de Oomycetes han evolucionado en patógenos

altamente adaptados afectando organismos en Reinos eucariotas tan diversos como los

Alveolata, Animalia, Mycota, Stramenipila y Plantae. La mayoría de los Oomycetes son

parásitos de plantas, y algunas especies ocasionan enfermedades en plantas de

importancia económica.

La interacción planta-oomycete: ¿Cómo funciona?

El género Phytophthora actualmente se clasifica dentro de la división Oomycota, en el

orden Perenosporales y la familia Phythiaceae. Es aceptado que el género

Phytophthora ocupa una posición intermedia entre los géneros más primitivos de

Oomycetes como Saprolegnia, Achlya y Dictyuchus, entre otros, los cuales son

saprófitos, acuáticos y productores de zooesporangios, y los géneros más “avanzados”,

Albugo, Peronospora y Bremia, que son fitopatógenos obligados.

La mayoría de las especies de Phytophthora son invasoras primarias de tejidos sanos

de plantas con capacidad saprofítica limitada, muchas de las cuales son responsables




de enfermedades de hortalizas de importancia económica o causantes de daños a las comunidades vegetales de los ecosistemas naturales.

P. capsici ataca solanáceas como chile, tomate y berenjena, y cucurbitáceas como

pepino, calabaza, y melón, alrededor del mundo. Más de 50 especies de plantas han sido identificadas como hospederas de este oomycete. Recientemente, se le ha encontrado atacando cultivos de habas (Vicia faba) y habichuelas (Phaseolus lunatus),

plantas que previamente se había demostrado no eran hospedantes viables de este

patógeno.

En muchas áreas, las epidemias más graves ocurren durante los meses cálidos y en la

época de lluvias, factores ambientales que favorecen el desarrollo de este oomycete.

Este patógeno es responsable de grandes pérdidas a nivel mundial. En muchas partes

del mundo, P. capsici es el factor limitante de producción vegetal más importante,

actualmente, se le considera el factor fitosanitario más importante en la producción de

chile, ya que este patógeno puede producir pérdidas hasta del 80% en la producción en

los campos de este cultivo.

Aunque se han hecho esfuerzos por desarrollar estrategias novedosas de manejo de

este patógeno, actualmente no existen medidas de control que puedan proteger

completamente a un cultivo susceptible cuando las condiciones ambientales como

humedad y temperatura, son favorables. P. capsici es difícil de controlar debido a que

puede causar múltiples síndromes al infectar las raíces, follaje y frutos del chile.

El control de este fitopatógeno requiere del uso de prácticas culturales, fungicidas,

fumigantes, agentes biológicos y de variedades resistentes, todos como parte de un

programa de manejo integrado. Si bien, los métodos de control cultural, incluyendo la

rotación de cultivos, no han resultado ser efectivos debido a la resistencia de las

oosporas de este patógeno a la desecación, a las bajas temperaturas y a otras

condiciones ambientales desfavorables, así como a su capacidad para sobrevivir en el

suelo durante años aún en la ausencia de plantas hospederas.

El control químico es poco efectivo en los cultivos de chile. La resistencia o tolerancia

de P. capsici a diversos fungicidas ha sido reportada tanto en el laboratorio como en

condiciones de campo. Las estrategias alternativas, tales como el uso de cultivares

genéticamente resistentes, prometen ser las más redituables y amigables con el

ambiente. Sin olvidar que periodos prolongados de incubación o altas concentraciones

de inóculo de P. capsici pueden sobreponerse a la resistencia, resultando en la

manifestación de síntomas en algunas plantas resistentes.

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Mabel Gil

El factor clave mundial de la demanda en la categoría de frutas y hortalizas ha sido y sigue siendo lo natural, ya que los consumidores se inclinan cada vez más hacia productos menos procesados que perciben como saludables y seguros con etiquetado limpio (sin aditivos). Las tendencias en el consumo han estado sostenidas en 5 pilares: 1. Alimentos saludables, 2. Alimentos “sobre la marcha”/botana/”snacks”, 3. Alimentos sostenibles, 4. Alimentos de calidad Premium y 5. Alimentos cómodos/conveniente/listos para consumir.


• Alimentos saludables: Se ha fortalecido la tendencia hacia menús equilibrados nutricionalmente, alimentos 100% naturales que directamente asociamos con productos que ayudan a nuestra salud y bienestar, enriquecidos con los tan mediáticos “súper-alimentos” que naturalmente tienen un plus en nutrición y por supuesto, alimentos respaldados por evidencias científicas como son aquellos dirigidos al cuidado de la salud digestiva (prebióticos y probióticos).




Alimentos sobre la marcha” (“on-the-go”) también llamados “food for now”/botana/”snacks”: son los alimentos accesibles para consumir fuera de casa en cualquier lugar y en cualquier momento. Cada vez son más los procesadores que han sabido innovar desarrollando sus propias recetas y elaborando sus preparaciones en nuevas instalaciones necesitando gran mano de obra para dar respuesta a la demanda de los consumidores con agendas más frenéticas, necesitando nutrición 'on-the-go' ya que no pueden estar adaptándolas en torno a las comidas.


Son muchas las cadenas y tiendas minoristas que disponen de estos productos para consumirlos a cualquier hora. La principal desventaja desde el punto de vista del procesador es la corta vida útil (2-3 días) por lo que necesitan una excelente distribución y gran rotación.




Alimentos sostenibles: La tendencia hacia productos respetuosos sostenibles con el medio ambiente, con las personas y con la cadena de valor, sin olvidar su viabilidad económica, ha sido apoyada por los productores y procesadores que han sabido responder a este gran desafío.


La industria alimentaria ha realizado un gran esfuerzo comenzando en el campo con la revolución tecnológica del sector agrícola, y finalizando con la innovación en fabrica. Algunos ejemplos han sido la robótica y automatización de sus sistemas de producción como los invernaderos de última generación con producción inteligente siendo más precisos y rentables para producciones de gran valor. En el mercado, estas las materias primas son las que demandan los procesadores para el desarrollo de nuevos productos elaborados listos para consumir.


Esta gran apuesta empresarial por la tecnología como pieza clave de la sostenibilidad se está empleando para optimizar el consumo de agua, fomentar la agricultura limpia no contaminante, reducir el uso de fertilizantes, así como para la toma de decisiones inteligentes y acertadas a la hora del manejo y recolección de los cultivos.


imagen por el blog de caixa popular.


Alimentos de calidad Premium: La tendencia a productos con mayor número de referencias que permitan identificar y diferenciar la marca por su calidad suprema, ha supuesto un cambio de mentalidad a unos operadores cada vez más proactivos con innovaciones en selección de materias primas y uso de tecnologías para dar soluciones a esta demanda.


La selección varietal basada en rendimiento, tamaño del fruto y apariencia visual, tuvo consecuencias negativas contribuyendo en gran medida a aumentar las pérdidas poscosecha. Una de las estrategias para conseguir productos de calidad Premium es proporcionar frutas y hortalizas con mejor sabor, ya que a mejor sabor mayor demanda por parte de los consumidores.


En el caso de las frutas, se deben reemplazar los cultivares con sabor inferior por cultivares con un mejor sabor entre los que ya existen y/o seleccionar nuevos con un sabor superior. La vida poscosecha basada en el sabor es generalmente más corta que la basada en la apariencia visual. Otra estrategia incluye el uso de genotipos con una vida poscosecha más larga basada en la textura.


La selección de cultivares con mejor sabor y textura ha sido el objetivo principal de la mejora genética mediante el uso de programas de biotecnología y mejora vegetal. Como ejemplo, los programas de mejora de lechuga para la selección de aquellas variedades rizadas de gran volumen, que no presenten oxidaciones, ni sabores ni olores desagradables, y que sean fáciles de procesar (brotes jóvenes) porque no necesiten ser cortados y por tanto menor respuesta al corte y al deterioro.


Alimentos cómodos/conveniente/listos para consumir: La tendencia a estos alimentos surge de una cultura centrada en trasmitir ideas, experiencias además de resultar un atractivo visual, con formas y colores más creativos. Están envasados en envases trasparentes individuales listos para llevar, con descriptores de sabores y texturas que ayudan a imaginar lo que está comprando para aumentar su aceptación.


Algunos ejemplos de estos productos de mayor valor añadido son los derivados vegetales de bajo contenido en carbohidratos que ha supuesto un importante argumento en ventas. Así, se señalan algunas características como sabores sorprendentes para “seducir a un consumidor cada vez más exigente”, para disponerlos en máquinas de expendedoras.

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Jesus Navarro Campos.

¡La Pandemia Alteró los Planes!


La llegada de la COVID-19 ha alterado los planes de transformación del negocio de la agricultura, que ha experimentado variaciones en los precios de los productos y ha sufrido el impacto en el mercado laboral. El confinamiento derivado del estado de alarma trajo consigo un incremento coyuntural de la demanda de productos agrícolas, pero también una caída en los precios pagados a los agricultores y ganaderos y una subida de las importaciones, que presionan a la baja los precios de los productos nacionales. Todo ello en un contexto en el que las grandes cadenas de alimentación y los intermediarios han sido los beneficiarios de las subidas de los precios al consumidor, aumentando así sus márgenes comerciales.



A esto se ha sumado el peligro al potencial contagio de la mano de obra por el virus, que ha agravado en algunos casos –amenazando la cosecha de frutas y verduras del verano– la situación de escasez de mano de obra que estructuralmente viene sufriendo el sector. Ante esta situación, la ventaja competitiva en términos de gestión para las empresas del sector residirá en ser capaz de anticipar cuánto de lo sucedido durante este periodo de crisis ha venido para quedarse y, por lo tanto, qué consecuencias puede tener en el futuro modelo de negocio de la agricultura. Hace un año, se analizo el sector agrícola, y se detectaron cinco tendencias. Este es el camino que podrían tomar tras la irrupción del virus. • Agricultura Inteligente (Smart Agro): Eficiencia y cero contagios En lo que respecta a la tendencia de digitalización en el campo, podemos llegar a pensar que la tecnología 4.0 puede ser una solución a los problemas de rentabilidad de las explotaciones agrarias al permitir reducir los costos de explotación, optimizar el uso de las materias primas, hacer frente a la escasez de mano de obra y, al mismo tiempo, reducir la exposición de los trabajadores al contagio. Ahora bien, habrá que tener en cuenta que tanto la financiación necesaria para introducir estas nuevas inversiones como los recursos humanos capacitados para su manejo sean accesibles. Si esto es así, esta tendencia en los próximos años experimentará un notable crecimiento. • Agricultura Sostenible (Sustainable Agro): Sostenibilidad a un precio justo Las ganancias de eficiencia obtenidas por la digitalización permitirán al agricultor abordar otro importante reto: la sostenibilidad. En este aspecto, el comportamiento del consumidor ha sido un tanto contradictorio durante la crisis. Por un lado, ha valorado mucho más los productos de proximidad y ha sido mucho más consciente de la necesidad de consumir reduciendo el impacto medioambiental. Pero, por otro lado, ha sido muy sensible al precio: si más sostenibilidad ha supuesto, mayor precio, lo que a veces le ha llevado a opciones menos sostenibles. ¿Es este un planteamiento contradictorio? En nuestra opinión, es un comportamiento lógico que encierra una gran oportunidad empresarial. No podemos dejar al consumidor la responsabilidad de resolver este problema. Si las empresas, capitalizan sus incrementos de eficiencia como consecuencia de la digitalización de sus explotaciones y compensan los incrementos de costos que puedan suponer introducir las medidas medioambientalmente responsables, pueden ganar cuota de mercado en un consumidor final más sensible a lo sostenible. Ahí está el reto empresarial. • Nuevos Alimentos (New Foods): Consumo de vegetales y salud La pandemia de coronavirus, a pesar de sus efectos negativos en nuestras vidas, ha supuesto una serie de asociaciones, con mayor o menor fundamento. Por un lado, ha generado una mayor preocupación por la salud durante el confinamiento (el interés de los confinados por las dietas saludables llegó a superar el 33%, según los datos de la consultora Kantar), ha acelerado una mayor conciencia de cómo el consumo de vegetales puede ayudar al sistema inmunológico, y también ha dirigido la atención de los medios a los vínculos negativos entre la producción industrial de carne y la propagación de enfermedades virales. Los consumidores Millennial y GenZ, más conscientes de la salud, han desempeñado un papel clave para impulsar la demanda de alimentos con proteínas de base vegetal, como demuestra una encuesta realizada en Estados Unidos, señalando que más del 30% de las personas pertenecientes a estas dos generaciones planean estar completamente libres de carne para 2021. Esto viene corroborado por parte de la oferta, según los resultados aportados por The Good Food Institute (GFI) partiendo de datos de Nielsen, que indican que las ventas de carne a base de plantas crecieron un 265% durante ocho semanas de la pandemia, a una velocidad seis veces superior a la venta de carne convencional. • Confianza y Transparencia (Trust & Transparency): Proximidad, sinónimo de confianza Las cadenas de suministro del sector de alimentación se caracterizaban, hasta la fecha, por ser globales y priorizar el rendimiento económico. Ahora, motivado por los deseos de los consumidores de preferir productos de proximidad y conocer el origen de los mismos, se producirá un cambio de paradigma en el sector de la distribución, que buscará cadena de aprovisionamiento próximas, controlables y con garantías de abastecimiento, lo cual supone una gran oportunidad para el agricultor nacional.

• Canales on-off (on-off Channels): Rompiendo las barreras de lo virtual España, que antes de la crisis sanitaria tenía una de las cuotas de compra por Internet más bajas de Europa, especialmente en alimentación, ha experimentado un despegue de la compra online. Según datos de Kantar, el número de hogares que hacen la compra online ha superado el millón, dando al canal una cuota de registro del 3.6%, lo que supone doblar la situación de hace un año. El miedo a ir a los supermercados generó que en apenas unas semanas se hayan logrado cotas que en otros momentos habrían tardado años en ser conseguidas. La proximidad, que ya constituía una tendencia antes de la COVID, junto con la conveniencia, se convierte ahora en la pieza clave de la recuperación. La sostenibilidad ha venido para quedarse y ello hará que los consumidores opten por comprar frutas y verduras de temporada en mayor proporción. Esta situación debería ser aprovechada por el agricultor. Con innovaciones en canales de distribución que acorten su distancia con el consumidor final, el agricultor puede resolver el problema de los precios que sufre de manera estructural y mejorar, con ellos, sus márgenes comerciales y rentabilidad de sus negocios. No obstante, conviene no olvidar cuando se introduzcan esas innovaciones, cómo se plantea y gestiona la experiencia de compra con el consumidor, lo cual requerirá la introducción de nuevos perfiles profesionales en las empresas, con competencias y capacidades adecuadas para ello. En definitiva, pensamos que las tendencias que estaban latentes se aceleraran por efecto de la actual crisis, dando lugar a un modelo de negocio del futuro en la agricultura más eficiente, tecnológico y sostenible, donde se primará el acceso directo al consumidor, la transparencia con él y unos productos más adaptados a los nuevos estilos de vida. La duda que surge es conocer en qué momento se hará esa transición hacia el nuevo modelo de negocio. El hecho de que esto se haga realidad en un plazo más o menos corto residirá en la actitud proactiva o reactiva que adopten las empresas frente a estos cambios y en el contexto económico incierto que se avecina.

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