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Foto del escritorAgricultura moderna

Covid-19 y su impacto en el modelo de negocio de la agricultura del futuro.

Jesus Navarro Campos.

¡La Pandemia Alteró los Planes!


La llegada de la COVID-19 ha alterado los planes de transformación del negocio de la agricultura, que ha experimentado variaciones en los precios de los productos y ha sufrido el impacto en el mercado laboral. El confinamiento derivado del estado de alarma trajo consigo un incremento coyuntural de la demanda de productos agrícolas, pero también una caída en los precios pagados a los agricultores y ganaderos y una subida de las importaciones, que presionan a la baja los precios de los productos nacionales. Todo ello en un contexto en el que las grandes cadenas de alimentación y los intermediarios han sido los beneficiarios de las subidas de los precios al consumidor, aumentando así sus márgenes comerciales.



A esto se ha sumado el peligro al potencial contagio de la mano de obra por el virus, que ha agravado en algunos casos –amenazando la cosecha de frutas y verduras del verano– la situación de escasez de mano de obra que estructuralmente viene sufriendo el sector. Ante esta situación, la ventaja competitiva en términos de gestión para las empresas del sector residirá en ser capaz de anticipar cuánto de lo sucedido durante este periodo de crisis ha venido para quedarse y, por lo tanto, qué consecuencias puede tener en el futuro modelo de negocio de la agricultura. Hace un año, se analizo el sector agrícola, y se detectaron cinco tendencias. Este es el camino que podrían tomar tras la irrupción del virus. • Agricultura Inteligente (Smart Agro): Eficiencia y cero contagios En lo que respecta a la tendencia de digitalización en el campo, podemos llegar a pensar que la tecnología 4.0 puede ser una solución a los problemas de rentabilidad de las explotaciones agrarias al permitir reducir los costos de explotación, optimizar el uso de las materias primas, hacer frente a la escasez de mano de obra y, al mismo tiempo, reducir la exposición de los trabajadores al contagio. Ahora bien, habrá que tener en cuenta que tanto la financiación necesaria para introducir estas nuevas inversiones como los recursos humanos capacitados para su manejo sean accesibles. Si esto es así, esta tendencia en los próximos años experimentará un notable crecimiento. • Agricultura Sostenible (Sustainable Agro): Sostenibilidad a un precio justo Las ganancias de eficiencia obtenidas por la digitalización permitirán al agricultor abordar otro importante reto: la sostenibilidad. En este aspecto, el comportamiento del consumidor ha sido un tanto contradictorio durante la crisis. Por un lado, ha valorado mucho más los productos de proximidad y ha sido mucho más consciente de la necesidad de consumir reduciendo el impacto medioambiental. Pero, por otro lado, ha sido muy sensible al precio: si más sostenibilidad ha supuesto, mayor precio, lo que a veces le ha llevado a opciones menos sostenibles. ¿Es este un planteamiento contradictorio? En nuestra opinión, es un comportamiento lógico que encierra una gran oportunidad empresarial. No podemos dejar al consumidor la responsabilidad de resolver este problema. Si las empresas, capitalizan sus incrementos de eficiencia como consecuencia de la digitalización de sus explotaciones y compensan los incrementos de costos que puedan suponer introducir las medidas medioambientalmente responsables, pueden ganar cuota de mercado en un consumidor final más sensible a lo sostenible. Ahí está el reto empresarial. • Nuevos Alimentos (New Foods): Consumo de vegetales y salud La pandemia de coronavirus, a pesar de sus efectos negativos en nuestras vidas, ha supuesto una serie de asociaciones, con mayor o menor fundamento. Por un lado, ha generado una mayor preocupación por la salud durante el confinamiento (el interés de los confinados por las dietas saludables llegó a superar el 33%, según los datos de la consultora Kantar), ha acelerado una mayor conciencia de cómo el consumo de vegetales puede ayudar al sistema inmunológico, y también ha dirigido la atención de los medios a los vínculos negativos entre la producción industrial de carne y la propagación de enfermedades virales. Los consumidores Millennial y GenZ, más conscientes de la salud, han desempeñado un papel clave para impulsar la demanda de alimentos con proteínas de base vegetal, como demuestra una encuesta realizada en Estados Unidos, señalando que más del 30% de las personas pertenecientes a estas dos generaciones planean estar completamente libres de carne para 2021. Esto viene corroborado por parte de la oferta, según los resultados aportados por The Good Food Institute (GFI) partiendo de datos de Nielsen, que indican que las ventas de carne a base de plantas crecieron un 265% durante ocho semanas de la pandemia, a una velocidad seis veces superior a la venta de carne convencional. • Confianza y Transparencia (Trust & Transparency): Proximidad, sinónimo de confianza Las cadenas de suministro del sector de alimentación se caracterizaban, hasta la fecha, por ser globales y priorizar el rendimiento económico. Ahora, motivado por los deseos de los consumidores de preferir productos de proximidad y conocer el origen de los mismos, se producirá un cambio de paradigma en el sector de la distribución, que buscará cadena de aprovisionamiento próximas, controlables y con garantías de abastecimiento, lo cual supone una gran oportunidad para el agricultor nacional.

• Canales on-off (on-off Channels): Rompiendo las barreras de lo virtual España, que antes de la crisis sanitaria tenía una de las cuotas de compra por Internet más bajas de Europa, especialmente en alimentación, ha experimentado un despegue de la compra online. Según datos de Kantar, el número de hogares que hacen la compra online ha superado el millón, dando al canal una cuota de registro del 3.6%, lo que supone doblar la situación de hace un año. El miedo a ir a los supermercados generó que en apenas unas semanas se hayan logrado cotas que en otros momentos habrían tardado años en ser conseguidas. La proximidad, que ya constituía una tendencia antes de la COVID, junto con la conveniencia, se convierte ahora en la pieza clave de la recuperación. La sostenibilidad ha venido para quedarse y ello hará que los consumidores opten por comprar frutas y verduras de temporada en mayor proporción. Esta situación debería ser aprovechada por el agricultor. Con innovaciones en canales de distribución que acorten su distancia con el consumidor final, el agricultor puede resolver el problema de los precios que sufre de manera estructural y mejorar, con ellos, sus márgenes comerciales y rentabilidad de sus negocios. No obstante, conviene no olvidar cuando se introduzcan esas innovaciones, cómo se plantea y gestiona la experiencia de compra con el consumidor, lo cual requerirá la introducción de nuevos perfiles profesionales en las empresas, con competencias y capacidades adecuadas para ello. En definitiva, pensamos que las tendencias que estaban latentes se aceleraran por efecto de la actual crisis, dando lugar a un modelo de negocio del futuro en la agricultura más eficiente, tecnológico y sostenible, donde se primará el acceso directo al consumidor, la transparencia con él y unos productos más adaptados a los nuevos estilos de vida. La duda que surge es conocer en qué momento se hará esa transición hacia el nuevo modelo de negocio. El hecho de que esto se haga realidad en un plazo más o menos corto residirá en la actitud proactiva o reactiva que adopten las empresas frente a estos cambios y en el contexto económico incierto que se avecina.

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